Mirsad
Un hombre de Bosnia y Herzegovina que quería mantener a su familia.
Una oportunidad para trabajar en el extranjero
Un compañero del pueblo le informó a Mirsad sobre una excelente oportunidad laboral en Eslovenia en el sector de la construcción. Una agencia organizaría que un autobús lo recogiera y lo llevara a su trabajo en Eslovenia.
Viviendo en la pobreza y luchando para llegar a fin de mes, tomó la difícil decisión de ir al extranjero para ganar dinero para mantener a su familia.
Después de un matrimonio no oficial, se mudó con su "marido" y su familia, donde fue explotada y privada de las necesidades básicas.
Cuando cumplió 23 años, ya había dado a luz a seis hijos: cuatro niñas y dos niños.
A pesar de estas difíciles circunstancias y del abuso, ella persistió en la situación agravante por un sentido del deber hacia su padre y su familia inmediata.
Explotación laboral
Tras llegar a Eslovenia, lo llevaron a la obra, donde trabajó hasta la noche. Después de su turno, lo llevaron a su alojamiento, que consistía en varios contenedores de obra sin calefacción. La habitación estaba tan llena que los trabajadores tenían que sentarse en el suelo y turnarse para tumbarse. A pesar de estas condiciones de vida inhumanas, debía pagar a su empleador 200 euros al mes por el alojamiento. No podía elegir su propio alojamiento y le debía dinero a su empleador por el transporte en autobús de Bosnia y Herzegovina a Eslovenia.
No recibió contrato de trabajo y le negaron descansos ni vacaciones. Se le exigía que trabajara horas extras constantemente. Si se lesionaba, seguía trabajando y no podía tomar baja por enfermedad. Cuando un trabajador se quejó de estas condiciones, lo enviaron de vuelta a su país de origen de la noche a la mañana, lo que hizo que los demás sufrieran en silencio por temor a represalias.
Al principio, el sueldo era mínimo, pero con el tiempo dejó de llegar. Se sentía hambriento, exhausto, avergonzado y desconsolado, pues, a pesar de todo su esfuerzo, no podía enviar dinero a su familia para que pudieran sobrevivir.
No buscó ayuda por su cuenta porque no se veía como una víctima.
Protección y fin de la explotación
Una vez detectados los delitos y denunciados a la policía, se cerró la empresa y se cesó la explotación.
Cuando se le preguntó por qué había seguido trabajando dada la explotación y el hecho de que no le pagaban, respondió:
Si trabajo, al menos tengo la esperanza de cobrar y mantener a mi familia. Si me quedo en casa y no trabajo, no tengo esa esperanza.
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